Además de las cuatro misiones o prioridades
competitivas básicas (calidad, costo, tiempo y flexibilidad), en los últimos años se han
estado
imponiendo otros objetivos estratégicos en el
área de producción y/o operaciones: el
servicio, la innovación y el impacto ambiental.
El servicio a clientes
Paralelamente al enorme crecimiento del sector servicios en
las economías desarrolladas, se ha ido difuminando poco a
poco la frontera que
separa producto y servicio puro. Como consecuencia, el uso de una
estrategia competitiva orientada al cliente ya no puede limitarse
a entregarle un producto con calidad, en el momento prometido y
con un precio adecuado; además debe
proporcionársele un adecuado servicio. La importancia que ha adquirido este objetivo de mejora del
servicio al
cliente se ha hecho patente con el peso creciente que ha
obtenido entre las prioridades competitivas estratégicas
de las empresas. Esta puede justificarse por diversas razones;
entre ellas:
- El servicio puede ser uno de los medios para lograr una ventaja competitiva sostenible vía diferenciación, especialmente cuando ésta se desarrolla a través de la comercialización;
- Un mejor servicio aumenta el valor añadido del producto;
- El servicio es un determinante muy importante para la percepción de la calidad por parte del cliente;
- La creciente demanda de un alto nivel de servicio por parte de los clientes hace que, cada vez con más frecuencia, aquél se convierta en un requisito para competir, más que en una ventaja competitiva.
- Son muchas las actividades de servicio que pueden desarrollarse en las empresas manufactureras, las que se pudieran agrupar en cinco conjuntos fundamentales:
-
- Las encaminadas a satisfacer las exigencias y necesidades del cliente. Pueden estar relacionadas con el diseño del producto y/o servicio, (por ejemplo, abrir el diseño al cliente para determinar sus necesidades y ajustarlo más a éstas), o con el proceso (por ejemplo, hacerlo más flexible para responder a cambios en el mercado).
- Las encaminadas a informar al cliente. Proporcionar toda la información técnica que se requiera sobre el producto, elaborar adecuados manuales de usuario, comunicar todas las opciones y características de la financiación, etc.
- Las encaminadas a reducir el riesgo al cliente. La garantía y su funcionamiento, la cantidad y ubicación de los servicios de reparaciones, la rapidez y calidad de los mismos.
- Las encaminadas a facilitar la acción de compra. Las modalidades de pago, servicios de crédito, etc.
- Las relativas al trato con el cliente. El trato afable de los vendedores, de los empleados de los servicios de postventa, de la atención en la recepción y contratación de pedidos, etc.
La evolución que se viene observando con
relación a este objetivo, ha hecho aparecer el término de «factoría de
Servicios» refiriéndose a la empresa
manufacturera que, además de sus productos, produce una
serie de servicios integrados con cada uno de aquellos.
Potenciando la innovación
Los buenos fabricantes deben
diferenciar entre flexibilidad e innovación. Para ilustrar
la diferencia podemos ver un ejemplo de la industria de
la confección: un fabricante de vestimenta
es flexible cuando puede cambiar fácilmente los
volúmenes de producción y la mezcla de modelos en
respuesta a los cambios en la moda y la
estación. Se define así, la flexibilidad, como la
habilidad del sistema para aumentar o reducir la
producción de los «productos existentes». En
cambio, la innovación, es la habilidad para fabricar
«nuevos productos». Siguiendo con el ejemplo, un sastre es más innovador que flexible; tiene poca
dificultad para producir un traje de nuevo diseño, sin
embargo, es más difícil doblar el número de
trajes producidos en un mes. La diferenciación entre
flexibilidad e innovación ayuda a los fabricantes a
diseñar y gestionar sistemas de
producción que faciliten elevados niveles de las
características que deseen sus clientes.
Las
empresas innovadoras poseen el privilegio de poder presionar a
sus competidores, cuya fabricación carece de la agilidad
necesaria para sumarse a la corriente creadora de nuevos valores. La capacidad de innovación se relaciona con la
habilidad para crear e introducir eficazmente nuevos productos y
procesos y, de hacer cambios de diseño en los productos
existentes. Adoptar la innovación como prioridad
competitiva en fabricación, incluye una abundante
diversidad de desafíos; significa hacer frente a cambios
de órdenes de ingeniería, arranque rápido de la
producción, reorganización de la producción
de los productos renovados o rediseñados sucesivamente,
desarrollo de nuevos procesos, tanto para los nuevos productos
como para los actuales, etc. Supone disponer de una
organización adaptada a los cambios constantes y que
preserve las habilidades y los conocimientos conseguidos a
través de la experiencia de generar nuevos productos.
Consideraciones del medio ambiente e impacto ambiental
En la literatura más reciente esta apareciendo una
dimensión que algunos autores abogan por su
incorporación en la lista de las misiones que
fabricación debe y puede desempeñar en el apoyo y
potenciación de la estrategia competitiva de la
empresa.
Así, reconociendo la implicación del área
de producción en el desarrollo de nuevas
tecnologías, y teniendo en cuenta algunos
parámetros como los tipos y calidad de materias primas que
se emplean, el tratamiento y administración de sustancias residuales, la
eficiencia en la gestión de los contaminantes emitidos por
los procesos, la seguridad y
sanidad de los trabajadores, así como su impacto ambiental
en general, se aboga por la integración del medio ambiente como
un objetivo más de la dirección de operaciones. Así, algunos autores sugieren que el área de operaciones ha de
estar implicada en la protección del medio ambiente
porque es ahí, en la fabricación, donde tiene su
origen la mayor parte de la
contaminación.
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